Nota del Transcriptor:
Se ha respetado la ortografía y la acentuación del original.
Errores obvios de imprenta han sido corregidos.
Páginas en blanco han sido eliminadas.
La portada fue diseñada por el transcriptor y se considera dominio público.
CABEZAS
RUBÉN DARÍO
VOLUMEN XXII
DE LAS OBRAS COMPLETAS
ADMINISTRACIÓN
EDITORIAL «MUNDO LATINO»
MADRID
ES PROPIEDAD
(Ilustraciones de E. Ochoa.)
Cuando Jacinto Benavente entró a la Real AcademiaEspañola, se preguntaron muchos: «¿A quéva Benavente a la Academia?» Contestaron algunos:«A hacer lo que todos los académicos hacen;limpiar, fijar y dar esplendor».
No, no iba a eso. En tal recinto, e intelectualmentehablando, para limpiar, necesitaría la representaciónde Hércules; para fijar, la de Minerva;para dar esplendor, la del mismo Apolo. Iba sencillamentea demostrar que, por opinión general,quien había logrado todos los triunfos popularesmerecía también todos los honores oficiales. Hedicho populares, porque, aunque Benavente sea[4]un autor de élite su nombre es famoso en todaspartes en donde se habla nuestro idioma y aun enotras.
Benavente representa para España lo que unCapus o un Bernstein para Francia, o mejor, loque un Bernard Shaw para Inglaterra. Y aun, encondiciones especiales, es el único que haya logradodar verdadero brillo y resonancia a las Máscarascastellanas.
Poco avisados los que le juzgan con el oídopuesto al Boulevard. El mundo en que se muevensus tipos, en la mayor parte de sus comedias, esese mundo universal que tiene por norma, desdeluego, más o menos aplicada a sus medios respectivos,la vida parisiense; y si no, fijaos en las escenasde los comediógrafos italianos del día. Esemundo es le monde. Mas los personajes benaventinosque se mueven y expresan en el ambiente deMadrid, son de la legítima descendencia clásica;y sus diálogos chispeantes del ingenio que lespresta su creador, no son sino los antiguos discreteosde Calderón o Lope modernizados.
Ni tan solo en lo cotidiano social y de lo mundanoinmediato ha de entretenerse este cultivadorde agudas y frívolas filosofías. De cuando en cuando[7]le veréis salir con su cara de Shakespeare—pueses harto semejante a algunos ret