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GLORIA


Es propiedad. Serán furtivos todos los ejemplares de esta obra que no lleven el sello del periódico La Guirnalda.

NOVELAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS
POR
B. PÉREZ GALDÓS


GLORIA

PRIMERA PARTE

 


SÉPTIMA EDICIÓN


MADRID
Imprenta de LA GUIRNALDA
calle de las Pozas, núm. 12.


1890


[Pg 5]

GLORIA


PRIMERA PARTE


I
Arriba el telón.

Allá lejos, sobre verde colina á quien bañan por el Norte el Océanoy por Levante una tortuosa ría, está Ficóbriga, villa que no ha debuscarse en la geografía, sino en el mapa moral de España, donde yola he visto.

Marchemos hacia ella, que el claro día y la pureza del amorosoambiente convidan al viaje. Estamos en Junio, mes encantador en estacomarca costera cuando la deja de sus terribles manos destructorasel huracán. Hasta el mar, el disciplente y sañudo Cantábrico, estáhoy tranquilo: permite á las naves correr sin miedo por su quietasuperficie, se arroja adormecido sobre las playas, y en lo profundode las grutas, en las ensenadas, en los acantilados y en losarrecifes, sus mil lenguas de espuma modulan palabras de paz.

Las suaves colinas verdes van ascendiendo desde el mar hasta lasmontañas, subiéndose[Pg 6] unas sobre otras, cual si apostaran á quiénllega primero arriba. En toda la extensión del paisaje se ven casitasrústicas de peregrina forma esparcidas por el suelo; mas en un puntolos desparramados edificios se convocan, se reunen, se abriganunos contra otros, formando el nobilísimo conjunto urbano que lossiglos llamaron Ficóbriga. Elévase en el centro la torre no acabada,semejante á una cabeza sin sombrero; pero tiene en su campanario dosojos vigilantes, y allí dentro tres lenguas de metal que llaman ámisa por la mañana y rezan al anochecer.

En torno al pueblo (pues estamos cerca y podemos verlo), lozanasmieses y praderas muy lindas anuncian cierto esmero agrícola.Silvestres zarzas cercan una y otra heredad, y madreselvas llenas dearomáticas manos blancas, árgomas espinosas, enormes pandillas dehelechos que se abaniquean á sí mismos, algunos pinos de verde copa ymultitud de higueras, á quienes sin duda debe su nombre Ficóbriga.

¡Hermoso espectáculo ofrecen desde aquí las montañas, inmensaescalera que conduce á los cielos! Las más lejanas confunden susvagas tintas con las nubes; en las más próximas se ven manchas rojas,semejantes á sangrientas heridas, y lo son realmente, hechas porel escalpelo minero que uno y otro día destroza la musculatura deaquellos gigantes. Atropellándose suben hacia Poniente, y la luzsimula en las remotas cumbres extrañas cresterías, protuberancias,torres, grietas, excrecencias, lobanillos, hasta que las nubesen[Pg 7]vuelven en vaporos

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