Fe, de toda virtud inspiradora,
Manantial del valor y el heroísmo,
Del tiempo y de la muerte vencedora,
Espanto de los genios del abismo,
El sér en quien tu fuego se atesora
Lleva el poder de Dios consigo mismo:
Los prodigios, las glorias, las hazañas,
Herencia son de los que tú acompañas.
[6]Nada en el mundo tu poder resiste;
Á la luz de tu antorcha luminosa
El Edén á los mártires abriste:
De Oriente á la región caliginosa
Las legiones de Cristo condujiste,
Y, á través de la mar tempestüosa
Alumbrando su espíritu profundo,
Descubriste á Colón un nuevo mundo.
Nada hay grande sin ti, nada completo;
Desde Nembrod á Napoleón, tu esencia
Del genio ha sido el talismán secreto:
Nadie logró sin ti grande existencia,
Ni fué grande sin ti ningún objeto:
Polvo fué cuanto fué sin tu asistencia:
De la fuerza de Dios tu fuerza viene
Y en tus hombros el orbe se sostiene.
Tu soplo es impetuoso torbellino
Que, al alma ardiente á quien su impulso lleva,
Hasta la eternidad abre camino
Y sobre el polvo terrenal la eleva.
Del fuego santo manantial divino
Que en el fuego de Dios sus fuentes ceba,
Tú das irresistible atrevimiento
Á sér á quien inflamas con tu aliento.
[7]Para ese son efímeras empresas
Las más peligrosísimas hazañas:
Disípanse á su voz como pavesas
Las torres, las ciudades, las montañas:
Las marcas de su pie conserva impresas
La tierra para siempre, y sus entrañas
Cobran fecundidad bajo su paso,
Y un reino brotan donde había un raso.
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